Canal raíz
Un tratamiento de conducto es un procedimiento dental que implica la extracción de la pulpa, o la capa blanda más interna, de un diente. La pulpa contiene nervios, vasos sanguíneos y piel conectiva. Una vez extraída la pulpa, se limpia, desinfecta y sella el espacio dentro del diente. El término «canal radicular» también se usa comúnmente para referirse al espacio hueco dentro de la raíz de un diente.
Estos son los pasos clave involucrados en un procedimiento de conducto radicular:
1. Diagnóstico: La necesidad de un tratamiento de conducto generalmente se determina mediante un examen dental, radiografías y una evaluación de síntomas como dolor de muelas intenso, sensibilidad a las temperaturas frías o calientes, hinchazón o formación de abscesos.
2. Anestesia: Antes de comenzar el procedimiento, se adormece el área alrededor del diente afectado con anestesia local para garantizar que el paciente se sienta cómodo y no sienta dolor durante el tratamiento.
3. Abertura de acceso: El dentista crea una abertura en la corona del diente para acceder a la cámara pulpar y a los conductos radiculares.
4. Extracción de la pulpa: La pulpa infectada o inflamada se retira cuidadosamente del interior del diente utilizando instrumentos especializados.
5. Limpieza y modelado: El interior del diente y sus conductos radiculares se limpian, se les da forma y se desinfectan para eliminar las bacterias y los residuos restantes.
6. Obturación (relleno): Luego, el espacio limpio se llena con un material biocompatible, generalmente una sustancia similar al caucho llamada gutapercha, para sellar los canales y prevenir una mayor infección.
7. Sellado de la abertura de acceso: La abertura de acceso creada al inicio del procedimiento se sella con un relleno temporal o permanente.
8. Restauración: En la mayoría de los casos, un diente que se ha sometido a un tratamiento de conducto requerirá una restauración adicional. Esto puede implicar la colocación de una corona dental para proteger el diente y restaurar su función y apariencia.
Las endodoncias se realizan para salvar un diente que de otro modo tendría que extraerse debido a una infección o daño pulpar irreversible. El procedimiento ayuda a aliviar el dolor, eliminar infecciones y preservar la estructura natural del diente.
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Preguntas frecuentes (FAQ)
Generalmente se recomienda un tratamiento de conducto cuando la pulpa de un diente se infecta, inflama o daña debido a factores como caries profundas, procedimientos dentales repetidos o traumatismos.
Los síntomas que pueden indicar la necesidad de un tratamiento de conducto incluyen dolor de muelas intenso, sensibilidad a las temperaturas frías o calientes, hinchazón, sensibilidad o la presencia de un bulto parecido a un grano en las encías.
Las técnicas dentales y la anestesia modernas hacen que los procedimientos de conducto radicular sean relativamente cómodos. Los pacientes pueden experimentar molestias o dolor después del procedimiento, que pueden controlarse con analgésicos de venta libre.
La duración de un procedimiento de conducto radicular puede variar dependiendo de factores como la ubicación y la complejidad del diente. Generalmente, una endodoncia se puede completar en una o dos sesiones.
Después de una endodoncia, el diente tratado suele restaurarse con una corona dental para protegerlo y fortalecerlo. Se recomienda a los pacientes que sigan las instrucciones de cuidados posteriores al procedimiento proporcionadas por su dentista.